Habían pasado ya dos meses desde que Alicia sufrió tan ingrato encuentro, aún estaba recuperándose de sus maltrechas heridas aunque hoy, por fin, podía abandonar el hospital. Debía de agradecer la ayuda prestada a todas esas personas que, sin apenas conocerla de algunos días, aportaron todo lo que fue necesario.
Mientras ella estaba convaleciente, la vida del resto de personas de su entorno siguió su curso. Para algunos de ellos supuso un gran esfuerzo. Sus padres debían regresar a Valencia, aunque trataron de permanecer el mayor tiempo posible al lado de “su pequeña” (como ellos la llamaban). Otros, sin embargo, parecían haber experimentado un giro de 180 grados, no es que el maltrato que había sufrido Alicia fuera un beneficio, pero sí había conducido a hechos que, ni los mismos protagonistas, se podían imaginar.