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JULIÁN
Julián se quedó mirando la tripa de su tía, aún no podía creer que fuera a tener un compañero de juegos.
“¿Pero cómo habrá sido capaz mi tía?” se preguntaba asustado.
- Julián, mi amor, ¿estás bien? ¿oíste lo que te dije? - decía María con tono dulce.
Su cara era todo un poema. Sabía que iba a afectarle pero no hasta tal punto de dejarle sin palabras. Siempre había sido un niño muy hablador, inquieto, activo pero aquella noticia le había noqueado por completo. Al poco rato, reaccionó.
- Dime tía, ¿a qué saben los niños?