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miércoles, 2 de julio de 2008

Un Sueño Cumplido

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UN SUEÑO CUMPLIDO


- Si hoy pudiera saber lo que alcanzó y significó su hazaña, aquella que a los marineros que tenía a su cargo les parecía una locura, se sentiría orgulloso, quizás no por no haber conseguido su empresa sino por encontrar un nuevo mundo.- narraba uno de sus antiguos compañeros de viaje.

Estaba sentado en aquella vieja mesa de madera del rincón, con el banco carcomido por el paso del tiempo, si aquellas paredes pudieran hablar contarían miles de secretos allí guardados con los años. La gente se había arremolinado a escucharle, el hijo del tabernero de “El Gato Negro”, que apenas contaba con seis primaveras, se había acercado a aquel marinero con valida experiencia en navegación para que le contara otra de sus historias vividas y el resto de los presentes se acercaban poco a poco al oírle hablar.

Se refería a Cristóbal, era el mediano de 5 hermanos, siendo uno de los dos que pronto tuvieron vocación marinera, contaba con quince años cuando ya era marinero y a los veinte ya ostentaba el mando de un navío. Numerosas eran las travesías que cargaba a sus espaldas, pero la que le otorgó mayor reconocimiento en el Mundo entero, aún después de muerto, fue la búsqueda de una ruta más corta para llegar a Asia por Occidente en vez de por el Este como venían haciendo los Portugueses, desde entonces el nombre de Cristóbal Colón iba de boca en boca.

Transcurría el mes de Abril de 1492 cuando Cristóbal se presentó ante los Reyes Católicos y tras largos debates consiguió que le otorgaran el permiso para reclutar una tripulación que embarcara rumbo a su objetivo, discutido tantas veces con unos y con otros.

Fue el 3 de Agosto de 1492, en Huelva desde el Puerto de Palos de La Frontera donde partieron los tres navíos bautizados con los nombres de La Pinta, La Niña y La Santamaría que tras largos y costosos preparativos emprendieron camino hacia dicha aventura. El entusiasmo que existía entre los navegantes se contagió al pueblo que fue a despedirles, era una mañana de verano muy calurosa, el mar estaba en calma, el reflejo del Sol en las aguas cristalinas hacían daño en los ojos azulados de nuestro Capitán.

Los días iban pasando, la rutina iba apoderándose en las tareas de los habitantes de los barcos, era ya el mes de Octubre y aún no habían tocado tierra, los hombres estaban exhaustos, el viaje no resultó nada fácil, todos los cálculos previamente realizados ya se habían desestimado. Así comenzó el plan de amotinamiento contra el Capitán para dar la vuelta y regresar a casa el 11 de Octubre. Esperaron a que oscureciera y cuando todos los mandos hubieran entrado en el primer sueño, un grupo de cuatro o cinco hombres se harían con el timón, una vez tomado uno de los navíos los otros dos les seguirían sin problemas.

El plan iba sobre ruedas, el Capitán y el Contramaestre se retiraron pronto a sus camarotes, los hombres salieron de los suyos y se encaminaron hacía el que estaba llevando el rumbo en esos momentos, no tardó mucho en armarse el primer griterío intentando avisar a los superiores, los puñetazos y caídas al agua de algunos se fueron sucediendo, no querían disparar a sus compañeros pero si era necesario no dudarían en hacerlo aunque había algo con lo que no contaban. Martín Alonso Pinzón apareció por la escalinata, era una escena dantesca, hombres semidesnudos corriendo de un lado a otro, otros tirados en el suelo con la sangre chorreando por la comisura de sus labios, era el único que iba armado y que contaba con balas, antes de retirarse a sus aposentos y en previsión de lo que podía ocurrir, retiró todas las balas de las armas del personal, se disponía a pegar un tiro al aire cuando desde lo alto del mástil una voz, la de Rodrigo de Triana, chillaba: ¡TIERRA A LA VISTA!


Los hombres quedaron paralizados dirigiendo su mirada hacía donde Rodrigo señalaba, era cierto, a lo lejos, aunque la oscuridad de la noche no dejaba divisarlo con claridad se veía un montículo pequeño, parecía una montaña que a medida que avanzaban aumentaba, en los otros dos navíos no tardaron en confirmarlo sus vigías: ¡TIERRA A LA VISTA!, chillaban.

El Capitán que había seguido a Pinzón una vez que oyeron el alboroto, uniformado, mandó que todos tomaran sus posiciones y pusieran rumbo hacía lo divisado, antes de que despuntara el alba los hombres ya estaban bajando los enseres en la playa, por fin mi sueño cumplido, hemos llegado a Asia pensaba Cristóbal. Pronto ordenó que emitieran nota a Sus Majestades para informales de lo ocurrido.

Esta era la historia que narraba Rodrigo en aquella taberna y todos escuchaban anonadados.

- Lo que nunca llegó a conocer Cristóbal después de realizar cuatro viajes a las tierras encontradas, pues murió antes, fue que lo que él descubrió un 12 de Octubre de 1492 era lo que hoy conocemos como América y no Asia como él pensaba, conectó por vía marítima dos pueblos que no sabían de la existencia el uno del otro y que ese día fue recordado en todo el mundo como El Día de La Hispanidad o La Raza, ¡que tiempos!.


Autora: Raquel Sánchez García

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