Llegó a Barajas desde el aeropuerto de Heathrow sobre las 13:20 hora española.
Le dio mucha rabia llegar tan tarde, al fin y al cabo no le quedaba demasiado tiempo. Mañana a las 10:00 tenía que coger otro vuelo hacia Sevilla, y eso le dejaba solo unas horas para volver a reencontrarse con la ciudad que le había acogido hacía tanto tiempo. Y a su edad, su ritmo no era el de antaño.
Poco podría entonces visitar de Madrid, la ciudad que fue su hogar durante tantos años. Mientras tomaba el largo pasillo de tras
bordo entre las líneas 8 y 6 en Nuevos Ministerios, se dio cuenta de que todo había cambiado, y que la poca tranquilidad que hacía apenas quince o dieciséis años se apreciaba ya había desaparecido casi por completo. Bueno, no es que se diferenciara mucho del Londres actual, pero después de tirarse en Southampton todo este tiempo el ajetreo le era ya algo casi desconocido.