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Blog oficial de la escritora Raquel Sánchez García
"Escribir es mi vida y mientras exista una persona a la que mis letras le entretengan, pondré todo mi empeño en intentar convertirme, a través del papel, en un complemento de su felicidad" (Raquel Sánchez García)

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Obras publicadas de Raquel Sánchez García

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domingo, 16 de noviembre de 2008

La Bella Ragazza

Raúl no podía conciliar el sueño, la situación que hace poco se había creado entre Alicia y él lo había dejado inquieto. Se encontraba cansado pero no podía dormir, una y otra vez el rostro de la mujer mirándole fijamente con los ojos enrojecidos pasaba por su mente. No podía borrarla de su cabeza.

- ¿Qué me está pasando? – se preguntaba a sí mismo.

Hacia pocos meses que Cristina y él lo habían dejado. Ella había decidido marcharse a Suiza y no quiso que Raúl la acompañara, ambos hubieran tenido un puesto fijo en una filial de su empresa allí, pero Cristina era ambiciosa y nunca había querido sinceramente a Raúl. En numerosas ocasiones él pensó en casarse con ella, pero Toni siempre le advertía que aquella mujer no le quería, que siempre era él el que ponía todo en esa relación y ella únicamente se estaba divirtiendo. 

Todo esto lo comprobó el último día que la vio en la oficina, antes de partir a su puesto de Directora de Recursos Humanos. Había ido a despedirse y a intentar que recapacitara y le dejara irse con ella, la noche antes había estado discutiendo en casa con Toni como testigo en la otra habitación y, no quería que se fuera así. Al abrir la puerta de su despacho los encontró allí. Nunca se lo hubiera imaginado, a pesar de que el resto de compañeros se lo habían dicho mil veces, Pedro, el Responsable de Personal, y Cristina estaban liados.

Al verle entrar no se sorprendieron, ya no tenían nada que ocultar, al fin y al cabo se iban a ir juntos y media empresa ya lo sabia, excepto el novio que aún seguía ignorante de los rumores. Raúl no dijo nada, les miró y cerró la puerta tras de si, esa historia ya había acabado.

- Ella no parece ser igual, tiene algo distinto, ¡ay Raúl!, tu cabecita va muy deprisa, cálmate, posiblemente haya sido el momento que te ha confundido, cálmate – se decía a sí mismo.

Alicia, en la otra habitación, oía moverse a Raúl. Ella tampoco podía dormir, los recuerdos habían vuelto a su mente y esa sensación que había sentido al estar entre sus brazos la estaba mortificando.

- ¿Y si voy a hablar con él?..., no, no, no, mejor no, ha sido todo provocado por mi cabeza, debo tranquilizarme, estoy confusa, mañana veré las cosas de otra manera, mejor será que me duerma – rumoreaba en el silencio Alicia.

A la mañana siguiente, la primera en levantarse fue Alicia, Raúl despertó cerca de las doce de la mañana, ni el ruido del teléfono de la llamada de Toni había roto su sueño y ella no quería perturbarlo, le dejaría descansar y a la una, como muy tarde, le daría el recado de Toni, total hasta las tres tenían tiempo. 

Raúl sobresaltado se despertó de golpe, un pitido en la calle le desveló. Oyó ruido en la cocina y fue allí enseguida.

- Lo siento, me he quedado dormido, hemos perdido toda la mañana, voy a darme una ducha, me visto y nos vamos, ¿Dónde está Toni? ¿No ha llegado? Vaya, y encima me has preparado el desayuno, esto no es justo, que mal anfitrión que soy – se disculpó Raúl.
- No te preocupes, dúchate tranquilamente. Toni no viene, ha llamado hace un rato, nos espera a las tres en el Hotel Ritz, me ha dicho que tú sabias ir, que era uno de los Hoteles que vimos ayer al pasar, que debíamos posponer nuestra salida de hoy pero que me llevaras contigo – le respondió Alicia – El Ritz esta cerca del Palace, ¿no?
- ¿Al Ritz?, ¿y para qué quiere que vayamos allí? Sí, esta enfrente del Palace ¿por?, ¿lo conoces? – dijo extrañado Raúl.
- Por lo visto le ha llamado Javier. Dice que vienen unos clientes a hacer una revisión del programa de costes que vosotros estáis llevando a cabo para los italianos y que, como sois vosotros los responsables, os debéis reunir con ellos porque nadie más en la empresa sabría darles explicaciones. Han quedado allí para comer, según me ha dicho Toni, él iba a pasarse a recogerlos al aeropuerto y nos espera allí. Yo le he dicho que no debía ir porque es una comida de negocios, que me quedaba aquí en casa y ya me prepararía yo algo, pero ha insistido en que no falte, que no es molestia, que acabareis pronto y luego nos vamos a ir a comprar algo para decorar mi habitación – Alicia se quedó por unos segundos pensativa – En el Palace trabajaba mi tío, aunque nunca llegué a venir a visitarle, ahora vive en Alicante – explicó.
- Ah, ya, ya sé quienes son, los millonarios. Y claro que no, tú te vienes con nosotros. Así te llevamos como te prometimos ayer a comer fuera y luego vamos donde tu quieras, tú eliges donde ir a comprar, me voy a la ducha. Guarda el desayuno en la nevera porque si como algo ahora, luego no probaré bocado, siento haberte hecho preparar esto, prometo que me lo comeré mañana o luego. No tardo.

Mientras Raúl se duchaba, Alicia se arregló con uno de sus mejores vestidos, con el dinero que Javier le había dado por adelantado compraría algo de ropa luego y algunos complementos. Al salir de la ducha y vestirse, Raúl fue en busca de Alicia a su habitación, iba vestido con un traje negro, camisa azul cielo, corbata rosa y zapatos negros de piel.

- ¿Estás lista? ¿Nos vamos?
- Sí, ya estoy, cuando quieras.
- ¡Qué guapa estás! – dijo Raúl boquiabierto.
- Gracias – se sonrojó Alicia.

Se había puesto un vestido blanco de verano, que resaltaba su piel dorada por el sol de primavera , con zapatos y bolso a juego y el pelo suelto al viento, a la luz, su color castaño y rizado, brillaba más de lo que ya lo hacía al natural y esos ojos marrones sobresalían en belleza sobre todo el conjunto.
Al llegar al hotel, uno de los camareros del salón–restaurante les comunicó que Toni y los señores que le acompañaban ya estaban esperándoles, les llevó hasta la mesa que estos ocupaban y los tres hombres allí presentes al ver a la hermosa mujer se pusieron enseguida en pié. Toni hizo las presentaciones oportunas de la mujer entre los miembros que formaban la mesa.
- ¡Qué bella ragazza!, me encantan las mujeres españolas, que belleza oculta poseen, que magnetismo – dijo Máximo.
- Estoy de acuerdo contigo, mujeres hermosas no hay muchas como ellas en otros países – agregó Paolo.
Este comentario no fue del gusto de Raúl, cosa que Toni notó, conocía bien a su amigo y vio que iba a soltar alguna de sus famosas frases pero enseguida intervino para calmar los ánimos de su compañero, “¿por qué se comportaría así por Alicia?”. Algo raro estaba pasando, luego a solas hablaría con él, no podían perder a aquellos clientes por una de sus groserías y la asistencia de Alicia podría jugar en su favor.
- Deberíamos pedir, seguro que todos estamos hambrientos – sugirió Toni.
El semblante de Raúl cambió, parecía que Toni había atajado el problema. Durante toda la comida estuvieron hablando de cuestiones técnicas que los italianos querían añadir al programa, para que el personal de su empresa tuviera mayor facilidad de manejo y de recogida de información de la base de costes del producto que vendían, complementos de moda. Alicia quería irse familiarizando con el mundo en el que iba a entrar y prestó atención a todo lo que los hombres hablaban hasta que Máximo les interrumpió de repente.
- Discúlpenme señores, pero creo que la bella señorita terminará aburriéndose de estos temas si seguimos hablando de ellos. Llevamos hablando de lo mismo desde hace casi dos horas y no es justo que con tan buena compañía y los buenos consejos que ella misma nos ha aportado no la premiemos con algo. Si no es mucho atrevimiento, me gustaría acompañarla a sus compras esta tarde, según me ha dicho Toni usted acaba de llegar hace poco a Madrid y necesita adquirir vestuario, yo soy experto en moda y podría ayudarla si usted quisiera. Mi socio puede quedarse aquí con sus amigos ultimando el resto de detalles, yo luego la acercaría a casa si a ellos no les importa.
Otra vez Toni notó un impulso de rabia en Raúl, parecía ser que la idea no le gustaba nada pero es cierto que debían de seguir con Paolo pues el resto de cosas a tratar afectaban a su departamento y Máximo ya no tenía que hacer nada más allí, además Alicia se aburriría, les quedaban detalles técnicos más que nada, y ahí ella ya no podría comentar nada. Aunque a Raúl no le gustara lo sugerido no les quedaba más remedio, esa tarde estarían ocupados con los negocios y no podrían atenderla y quién mejor que Máximo para aconsejarla en ropa. Iba a abrir la boca Toni pero Alicia se adelantó.
- Es usted muy amable, no creo que Toni y Raúl tengan mayor problema. Es cierto que necesito ropa y estaría encantada en que me ayudara, así yo no les estorbaría, acepto su propuesta.
- No... – Toni le dio una patada por debajo de la mesa a Raúl cuando abrió la boca – vuelvas tarde quería decirte – añadió Raúl – ya sabes que para mañana tenemos planes y hay que madrugar.
- No te preocupes, que te la devolveré sana y salva – respondió Máximo con una sonrisa de victoria.
- Hasta luego chicos, nos vemos en casa.
- Hasta luego – respondieron al unísono – un placer, espero volver a verla pronto – añadió Paolo.


La tarde con Máximo fue increíble, donde quisiera que fueran, en cualquier tienda le conocían y no dejo que Alicia pagara nada de su propio bolsillo, todo lo cargaba a su cuenta, quiso compensarla como regalo por su presencia en la comida e incluso la invitó a cenar, después de llevarla a ver la fuente de Cibeles que tantas ganas tenía de ver. Cerca de la madrugada, Máximo la llevó a casa, hizo esperar al chófer en la puerta y la acompañó hasta el portal.
- Prometo devolverte el dinero que te has gastado conmigo, es un abuso por mi parte aceptar todo esto, así que te lo devolveré de alguna manera.
- No tienes que devolverme nada, es un regalo, aunque lo podrías compensar dejándome volver a contar con tu presencia por un día entero antes de que regrese a Italia. Regreso el viernes. ¿Crees que te dejaran salir tus guardaespaldas? Jajá jajá – preguntó Máximo.
- No son mis guardaespaldas, son mis amigos, me han ayudado mucho desde que llegué y simplemente se preocupan por mí. Podemos volver a coincidir en tu próxima visita, no sería correcto que dejara a Toni y Raúl solos esta semana ya que han cogido estos días por mi causa – intentó rehusar Alicia.
- Está bien, como tú desees, aunque es una lastima, me hubiera gustado volverte a ver, pero ya sé donde encontrarte, sé donde trabajas, jajá jajá.
- Jajá jajá, cierto, bueno, si no te veo, que tengas buen viaje y gracias por todo. Hasta pronto.
- ¡Hey!, un momento – inquirió Máximo agarrando a Alicia del brazo.
 - ¿Sí?...
Al volverse, Alicia vio como Máximo le robaba un beso de sus labios, se quedó tan sorprendida que cuando consiguió reaccionar iba a abofetearle pero Máximo agarro su mano, parándola, y salió corriendo hacia el coche sin darla tiempo a reaccionar. Alicia subió aprisa las escaleras. Abrió la puerta y se encontró a Raúl de pié, apoyado en el marco de su habitación.
- Espero que te lo hayas pasado bien, ya te has buscado un nuevo amigo, al parecer le agradas bastante y le ha faltado tiempo para besarte y no se sabe que más habrás hecho con él, pensaba que eras distinta, ¡eres igual que todas!, te doy mi ayuda y me lo agradeces así, ¿también le has calentado las sábanas...? – decía con rabia Raúl.
¡Plas! Sonó un bofetón, Toni se levantó al oír los gritos de ambos, “¿pero qué les estaba pasando a estos dos?, ¿por qué peleaban?” Aún no había tenido ocasión de hablar con Raúl sobre su extraño comportamiento durante la comida.
- ¿Me estabas espiando? ¿Calentado el qué...? ¡Termina!, ¿acaso estás celoso? Por si no te has dado cuenta, ya soy mayorcita y tú no eres mi padre ni tienes ningún derecho sobre mí, ¡déjame en paz! – con estas palabras Alicia entró en su habitación y cerró la puerta de un portazo.
- ¿Pero qué te pasa? ¿Por qué la hablas así? – preguntó Toni.
- ¡Olvídame y vete a dormir! – grito Raúl dirigiéndose hacia su habitación.
- Menudo lío, ¿quién les entiende? En fin, que lo resuelvan ellos solos, mañana será otro día, quizás deba hablar con los dos pero por separado – musitó Toni.

Autora: Raquel Sánchez García

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