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Obras publicadas de Raquel Sánchez García

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lunes, 8 de marzo de 2010

El Regreso

Habían pasado ya dos meses desde que Alicia sufrió tan ingrato encuentro, aún estaba recuperándose de sus maltrechas heridas aunque hoy, por fin, podía abandonar el hospital. Debía de agradecer la ayuda prestada a todas esas personas que, sin apenas conocerla de algunos días, aportaron todo lo que fue necesario.

Mientras ella estaba convaleciente, la vida del resto de personas de su entorno siguió su curso. Para algunos de ellos supuso un gran esfuerzo. Sus padres debían regresar a Valencia, aunque trataron de permanecer el mayor tiempo posible al lado de “su pequeña” (como ellos la llamaban). Otros, sin embargo, parecían haber experimentado un giro de 180 grados, no es que el maltrato que había sufrido Alicia fuera un beneficio, pero sí había conducido a hechos que, ni los mismos protagonistas, se podían imaginar.

- No te preocupes por nada – se oía decir a Raúl en el ascensor – tus padres vendrán de vez en cuando, y Toni y yo nos hemos comprometido a cuidar de ti hasta que te recuperes totalmente. Sí, ya sé que estas pensando que...
- Os he dado ya suficientes problemas, debería volver a Valencia, al fin y al cabo, tendré que viajar de todas formas para ir al juicio, al menos eso es lo  que me dijo el inspector López – replicaba Alicia.
- Cabezota, gruñona, siempre pensando en problemas que no existen... ¡Vaya mezcla! Pero ¿quieres ser por una vez un poquito más optimista, y ver que la gente hacemos esto porque te queremos y porque te apreciamos? Dos meses enteritos, dando excusas y gracias todos los días. ¿Vas a parar ya? – dijeron los tres al unísono.

- Pero si es que... Toni, Paula, Raúl, por favor, yo...
- ¡Ya, ya basta, yo nada, se acabó la conversación!, ahora lo que tienes que hacer es recuperarte, mandar a ése unos añitos a chirona y empezar de verdad una nueva vida, disfrutar, volver a la empresa, echarte novio... – la calló Paula guiñándola un ojo.
- Pocas ganas tendrá ahora de tener pareja, Paula – alegó Toni.
- ¡Ains! Tú siempre tan aguafiestas, primero sonsacas a la gente y luego no dejas a los demás en paz, eres como el perro del hortelano: ¡Ni comes, ni dejas comer!
- ¡Parad ya!, me tenéis harto con ese tema, no funcionó pues no funcionó, se acabo – les regaño Raúl.
- ¡Eh, eh, eh! ¿Aquí qué ha pasado? Que yo haya estado fuera de juego no significa que no me pueda enterar de las cosas. ¿Qué os pasa a vosotros dos? ¿De qué hablas Raúl? Contádmelo – preguntaba curiosa Alicia.
- En otro momento, ahora debemos ir a casa.

La relación de amistad entre Paula y Toni se había enfriado bastante, pero ahora, para Raúl, lo más importante era Alicia, no quería contarle todo lo sucedido en estos dos meses delante de ellos y más, sabiendo que a Toni debía de ocurrirle algo, ya no era el mismo y nadie sabía el motivo.

- Me resulta todo extraño, casi ni reconozco mi cuarto..., aunque... yo creo que no estaba así la última vez que lo vi, antes no estaba así, ¿chicos?

Alicia miraba todo sorprendida, como si fuera la primera vez que pisara aquel piso. Es cierto que su cuarto había cambiado, Raúl y Toni se habían empleado a fondo y habían redecorado la habitación entera, compraron y montaron muebles nuevos, los anteriores estaban muy viejos y habían agotado su utilidad, estaban pidiendo a gritos una sustitución.

- Queríamos darte una sorpresa y esperamos que te guste – dijo Toni – no sabíamos muy bien que escoger, aunque sí teníamos claro que el azul y el verde son tus colores favoritos.
- Ss ss ss ss, para el carro, ¿queríamos?, ¿sabíamos? – se admiraba Raúl – ¡Pero si lo has hecho tú todo!, a mí no me atribuyas méritos que son tuyos, esto es obra tuya para bien o para mal, tú eres el que te lo has currado y no sé que dirá la homenajeada pero... a mí me parece una pasada.
- ¡Me encanta! No me parecía tan grande y ahora tengo sitio hasta para bailar, si quiero, ha sido fabulosa la idea de poner el escritorio debajo de la ventana, así tendré más luz cuando lo utilice y puedo relajarme viendo El Retiro cuando esté sentada. ¿Y la cama? Yo creía que así no cogía, de esta manera sí se puede colocar el armario a los pies y me sobra espacio para abrir la puerta y mirarme en el espejo cuando me esté vistiendo. ¡Pero si tengo hasta estanterías para poner mis cosas, y las plantas, y hasta un baúl para los zapatos! ¡Guau!, gracias Toni – Alicia se abalanzó hacia Toni y le dio un sonado beso en la mejilla, acompañado de un enorme abrazo.
- E–es–esto... no ha sido nada – contestó Toni, temblando y tartamudeando – bueno..., yo..., esto..., me marcho.
- Pero ¿qué le ocurre?, ¿estaba temblando?, o ¿es que he sido demasiado efusiva?, yo no quería incomodarle.
- No le hagas ni caso, lleva una temporada muy rarita, ya te pondré al día de los cotilleos. -¡Ahora a descansar! Yo me tengo que marchar, o Javier me echará la bronca, ya llego tarde, hasta luego – ordenó Paula.
- Adiós Paula, te veo mañana. Es cierto, está muy raro, no es el mismo pero ya te hablaremos de eso más tarde, ahora deberías echarte un rato, estarás cansada, si quieres luego te despierto para que piques algo antes de cenar – sugirió Raúl.
- Sí, la verdad es que necesito dormir un poco. Está bien, dejadme dormir un par de horas y me avisáis.
- De acuerdo, estaré en el salón repasando unos papeles, por si necesitas algo.

Parecía que había pasado una eternidad, no sabía cuanto tiempo llevaba acostada, la cama era muy cómoda, no se la podía comparar con la del hospital, aquella hacía que los muelles se te clavaran por todo el cuerpo y que, más que descansar, al día siguiente te doliera todo. Poco a poco Alicia se fue desperezando, desentumeció las piernas, estiro los brazos y fue abriendo poco a poco los ojos...

- ¡Aaaaaah, que susto me has dado!
- No era mi intención asustarte, venía a despertarte pero se te veía tan a gusto que no he sido capaz.
- ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
- Lo justo para ver lo guapa que estás cuando duermes.
-No seas bobo, Toni, me has visto dormir infinidad de veces y no creo que sea ahora más o menos guapa de  lo que lo pudiera ser antes, si es que lo era, cosa que ahora dudo, mira que cicatrices...
- Esas se quitarán... y no....
- ¿Y no, qué?
- Olvídalo, será mejor que comas algo, Raúl ha tenido que irse, te he preparado algo. Me voy a mi cuarto, ya hablaremos – Toni desapareció y no le dio tiempo a Alicia a responder.
- Pues sí que estás raro, sí.

Autora: Raquel Sánchez García

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