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miércoles, 3 de septiembre de 2008

Próxima Parada: Vida Nueva

Alicia se sentía reconfortada, sin la ayuda de Raúl y de Toni no sabía que hubiera sido de su vida desde su llegada a Madrid. No esperaba encontrar gente tan hospitalaria nada más poner pie en tierra. Se notaba que estaba un poco desconfiada al principio pero fue perdiendo el miedo, a medida que iban pasando las horas y aquellos chicos, que rondarían su misma edad, iban haciéndose conocer mejor.

La tarde del domingo se pasó rápida entre colocar la poca ropa que traía consigo y adaptar el cuarto a su estilo, le daría un toque femenino. Mañana cuando saliera con Raúl, si pasaba por alguna floristería, compraría alguna maceta para ponerla en el alfeizar de la ventana. Tenía unas bonitas vistas desde allí, se veían unos jardines próximos y unos cuantos edificios que debían de ser muy antiguos por el tipo de estructura y decoración que poseían.


¿Se puede? – se escuchó una voz detrás de la puerta.
Adelante – respondió Alicia.
No quería molestarte, la cena ya está lista, supongo que tendrás hambre, no has comido nada desde que llegaste y hoy me ha tocado a mí preparar algo, te contaré un secreto pero no se lo digas a Raúl: yo cocino mejor que él, jajá jajá – era Toni.
Jajá jajá, seré como una tumba, tu secreto estará a salvo conmigo, y sí, mi estomago ya empezaba a quejarse. Tenéis que explicarme como os organizáis y cuanto tendré que aportar yo si voy a ser una más aquí.
Ahora en la mesa hablaremos del tema, no tardes mucho que se enfría.

Al llegar al salón, los dos compañeros ya estaban esperándola charlando animadamente con una música ambiental sonando en la cadena que había sobre el mueble principal. La mesa estaba presentada de forma impecable y los alimentos que había sobre ella tenían una presencia exquisita. Toni había preparado carne para cenar, ensalada y un postre de chocolate que parecía un pastel helado.

Bienvenida, esto se merece un buen brindis, no todos los días dos chicos como nosotros podemos encontrar una compañera tan simpática y hermosa al mismo tiempo. Espero que salga de todo esto una bonita convivencia entre los tres y permanezcas con nosotros mucho tiempo – abrió Raúl una botella de buen vino tinto mientras soltaba estas palabras de acogida cuando Alicia se sentó en la mesa.
Estoy totalmente de acuerdo contigo Raúl, deseo que tengas buena suerte en tu nuevo comienzo y aquí tienes otro amigo que, al igual que hizo este personaje cuando te encontró, te ayudará en lo que esté en su mano – añadió Toni.
Gracias chicos, me vais a hacer llorar, yo también espero que nos llevemos bien y tenga la oportunidad de conoceros más y adaptarme bien a mi nueva situación.

Durante la cena ambos la explicaron que cada uno aportaba unos 300 € mensuales para afrontar el mantenimiento de la casa (luz, agua, calefacción, garaje, artículos de limpieza...) y comprar comida para todos, habían convenido, ahora que se había unido ella, seguir optando por poner la misma cantidad ya que ahora serían tres y los gastos serían mayores. La comentaron que cada uno se encargaba de la limpieza particular de la habitación que tuviera en uso y las zonas comunes (baño, salón, cocina, pasillos y terraza) las hacían entre todos. También dijeron que habían fijado ciertas normas para que aquello resultara: los cuartos eran privados, no se podían acceder a ellos sin permiso de los ocupantes aunque no estuvieran; no se podrían celebrar fiestas a no ser que estuvieran de acuerdo los tres; la vida íntima de cada uno era eso, vida íntima, es decir, podrían traer a parejas, amigas o amigos, en este caso, siempre que quisieran, eso si, sin que molestaran al resto de habitantes de la vivienda y el resto de percances o situaciones que fueran surgiendo los irían resolviendo según se produjeran. A Alicia le parecían bien todas aquellas medidas.

Mañana iremos a la oficina contigo, hablaremos con Javier, nuestro jefe, para ver si podemos conseguirte un trabajo en nuestra empresa, en los muchos departamentos que tiene y pediremos unos días libres para poderte enseñar la ciudad y no dejarte sola los primeros días – le explicó Raúl mientras Toni asentía.
Os estáis tomando demasiadas molestias conmigo, en serio, no hace falta que pidáis días libres si no queréis, intentaré arreglármelas sola, creo que sabré defenderme, no tiene que ser tan difícil conocer este sitio, por cierto, ¿a qué se dedica vuestra empresa? – se interesó Alicia.
 No es molestia, necesitamos unos días de descanso, hubieras llegado tú o no, lo íbamos a hacer para ir entrevistando a gente para ocupar tu habitación pero, ¡nos has caído del cielo!, y ahora con mayor motivo los cogeremos para descansar y ayudarte. No es difícil conocer Madrid, aunque nosotros, con lo grande que es, tampoco la conocemos entera, así aprovechamos y hacemos algo de turismo que nunca tenemos ocasión por el trabajo – respondió Toni.
Nuestra empresa se dedica a las Telecomunicaciones, nosotros trabajamos en el Departamento de Informática, así que si algún día necesitas consejo sobre ordenadores o tecnología, ya sabes donde acudir. Y ahora vayámonos a dormir que mañana hay que madrugar – interrumpió Raúl.

Al día siguiente, Toni y Raúl consiguieron que Javier entrevistase a Alicia y la diera un puesto como Recepcionista. Estaría en la entrada recibiendo a los clientes y a los trabajadores, junto a Paula, una buena chica que llevaba años trabajando allí, seguro que harían buenas migas y así Alicia tendría una amiga más aparte de ellos dos. No descartaban tampoco la idea de que también Alicia se uniera a su grupo de amigos, el próximo fin de semana se la presentarían al resto cuando fueran al cumpleaños de Pablo.


Ale, vayámonos, asunto solucionado, empezamos los tres a trabajar el lunes de la semana que viene, tenemos toda una semana para divertirnos contigo, así que vamos a empezar por uno de los sitios más nombrados de Madrid: el Museo del Prado. ¡Espero que te guste el Arte! – dijo Toni.
 Sí, sí me gusta, de hecho, estudié en mi adolescencia, en el instituto, Historia del Arte y siempre quise venir un día a conocerlo personalmente, no sólo por lo que había leído u oído hablar de él – contestó con entusiasmo Alicia.
 No perdamos más tiempo pues, ¿a que estáis esperando?, luego te llevaremos de tapeo, cosa típica de aquí que supongo que sabrás y después te vamos a invitar a comer en alguno de los fabulosos restaurantes que tenemos por estos lares, ¡vamos tortugas, que sois más lentos!... Jajá jajá – les achuchaba Raúl.
 Ya vamos, ¡impaciente!, jajá jajá – decían riendo Toni y Alicia.

Autora: Raquel Sánchez García

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